HISTORIAS CORTAS Y RELATOS

En esta página del blog, iré colgando y subiendo relatos e historias cortas escritas por mí. La verdad es que ya tengo unos 18 relatos cortos escritos, los cuales voy a subir a esta parte del blog, !!espero que sean de vuestro agrado!!

1º Relato corto: El Trébol.

A las afueras de la capital de España, se organizaban unos campamentos de verano. Elisa, estaba organizando su equipamiento para ir al campamento de Los Robledales. Era la primera vez que iba a un sitio de estos y tenía algo de incertidumbre.

Por otro lado, Antón, un gallego de Pontevedra, acababa de llegar a ese campamento, estaba harto de que sus padres, una familia adinerada, le abandonara todo el verano en un campamento.

Dio la casualidad de que Elisa, le tocó ser compañera de piragua de Antón. Antón, se fijó al instante en la muchacha. Elisa nunca había subido a una piragua, pero ante las indicaciones de Antón, juntos hicieron bien las maniobras.

Para agradecer al muchacho las indicaciones que le había dado, Elisa lo invitó a quedar en lo alto de una loma del pinar que rodeaba el campamento, unas semanas después.

Esa noche, había luna llena, cuando Antón llegó al lugar indicado, no vio a nadie, sin embargo vio en un tocón de un árbol, un objeto que alguien había dejado. Era un trébol de cuatro hojas. Lo recogió y ante la curiosidad se lo guardó.

Era muy difícil encontrar tréboles de tres hojas en esa zona, más aún uno de cuatro, pues se calculaba que había uno de cuatro, por cada 10.000 de tres.

Al día siguiente, no vio ni rastro de Elisa, pero una amiga de la muchacha, le dijo que había vuelto a Madrid, y que había dejado el campamento. Pero Antón, se quedó de piedra, y se le ensombreció el alma.

De vuelta a Pontevedra, Antón siguió con su rutina y vida. Siempre acompañado del trébol, así iban pasando los años, hasta que un día, alguien llamó a su puerta, era un cartero, que le dio una carta. La abrió, y se puso a leerla. Tenía cinco palabras solo: voy a por el trébol. Antón se tumbó en el sofá y se hecho a reír, le empezaron a gustar los campamentos.





Cuando Las Olas La Traigan A Mí

Costa de Cádiz 1567. En una taberna en el puerto de Cádiz, había una tabernera que servía raciones y ganaba limosnas por igual. Su nombre era Berbarela, de padres moriscos, siempre estaba marginada ante los clientes de la taberna, los cuales dejaban poco cobre en la mesa.
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En una de las tardes de caluroso verano, concretamente la víspera de San Juan, entró por la puerta un hombre de aspecto turbio. Era criollo, es decir nacido en las américas pero de padres europeos. El criollo, no dijo nada, se sentó en una mesa y pidió una jarra de vino.
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Después de un rato, la tabernera, se acercó a él, y se fijó dando un respingo, que tenía una cicatriz desde el pómulo derecho hasta mitad del cuello. El criollo le preguntó si le asustaba su cicatriz, y Berbarela asintió. Entonces el criollo se recostó sobre la silla, y le contó a la tabernera una historia, una saloma, o canción de marineros.
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La costa te vio nacer oh dichosa calipso, con tus fuertes vientos y ráfagas racheadas, que contento tengo el corazón de que tus vientos te llevaran a mi, o diosa ventosa. Encontraste mi navío en noche tormentosa, o diosa caprichosa, pero hay algo que recuerdo o señora tormentosa, hiciste naufragar mi navío en playas arenosas.
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En la isla no encontré a nadie o diosa furiosa, pero te diré una cosa, me arrancaría parte de mi cara por volverte a ver, tus ojos me iluminaban en las arenas oscuras, desde que naufragué y te perdí, no soy otra cosa.
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La tabernera embelesada con la saloma del criollo, le preguntó cómo salió de la isla donde naufragó, y el criollo hizo un gesto recorriéndose la cicatriz, la tabernera le pregunto, ¿merece la pena una diosa?, a lo que el criollo le contestó, por su puesto.

¿La volviste a ver?, le pregunto, y el criollo respondió: cuando las olas quieran traerme la a mi. Al día siguiente, día de San juan, el criollo se marchó.









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